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Caso zumba - EM

Beto Pérez, un joven colombiano de 16 años, nunca imaginó que un simple olvido cambiaría su vida para siempre. En 1986, mientras enseñaba aeróbicos en Cali, se dio cuenta de que había olvidado el casete con la música que normalmente usaba. Sin otra opción, decidió improvisar utilizando un casete lleno de ritmos latinos que había grabado de la radio.

 

Durante esa clase, al ritmo de salsa y merengue, los alumnos se divirtieron tanto que el éxito fue inmediato. La energía y el ambiente festivo hicieron que más personas se unieran a sus clases, creando una creciente demanda.

 

Fue así como surgió la idea de Zumba, un concepto que combinaba ejercicio con música latina. Con el tiempo, Beto se trasladó a Miami y comenzó a enseñar sus clases de Zumba, que rápidamente ganaron popularidad. Su enfoque innovador atrajo la atención de dos empresarios colombianos-estadounidenses, Alberto Perlman y Alberto Aghion, quienes vieron el potencial comercial de su idea. Juntos, fundaron Zumba Fitness y comenzaron a desarrollar un modelo de negocio que incluía videos de ejercicios y la formación de instructores.

 

En 2003, la demanda por capacitación creció exponencialmente, y  se convirtió en un fenómeno global, con más de 100.000 instructores en todo el mundo. Hoy, Zumba es un nombre conocido en el fitness, con 15 millones de participantes en 186 países cada semana. 

 

Registrar la marca fue una decisión clave que ayudó a proteger su identidad, aumentar su valor y afianzar su éxito en el competitivo mundo del fitness. Asegurarse de que nadie más pudiera usar el nombre "Zumba", fue fundamental para afianzarse ya que otros no podrían copiar su idea ni beneficiarse de su éxito. Además, el registro permite que los consumidores identifiquen fácilmente la marca, lo cual genera confianza y fidelidad de su parte.

 
 

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